Reflexion sobre la postura del gallo
Por: Guillermo Bustamante Valencia
En los últimos días, me ha tocado escuchar con atención las narraciones detalladas de algunos galleros ganadores, cuyos métodos de preparación son tan exageradamente distintos entre si, que lo primero que se ocurre pensar y cuestionar es, hasta donde influye una determinada formula de cuido en el rendimiento general del
gallo?
Algunos los descansan una semana, otros los descansan solo veinte y cuatro horas, algunos retiraban el agua veinte y cuatro horas antes, otros doce, otros cuatro.
Unos dan comida seca con puros granos, otros lo dan muy remojado, otros más lo lavan, otros dan solo pellets, y otros combinados.
Unos dan leche, otros ni de chiste.
Unos dan el huevo cocido, algunos lo dan crudo. Otros dan la yema, otros la quitan, y lo más curioso es que todos ellos han estado muy ganadores.
El problema, al analizar unos y otros métodos, es el de tratar de comprender el por qué y el cómo, formas tan distintas pueden llevar a un buen rendimiento.
Es evidente que un alto porcentaje de los gallos son muy adaptables, siempre y cuando se les de el tiempo suficiente para lograrlo.
Podemos afirmar que si un
gallo que se somete a un régimen de ejercicio intenso, este sufrirá (como cualquier deportista lo haría) de un adolorimiento en sus músculos. Y si este no se "dosifica" en forma prudente, ese animal, con el paso de los días, ira aumentando el volumen y la dureza de sus músculos, hasta dar la apariencia de un súper atleta.
Sin embargo, la agilidad se verá reducida al grado de cortar poco o casi nada; pero si se le proporciona el suficiente tiempo, llegara el momento en el que su atrofia al caminar, rascar, o volar es natural, y a ese ejercicio se acostumbran. Lo que pasa cuando los gallos se dejan en un voladero o rascadero amplio con paja, y percha alta, en el que hacen mucho ejercicio natural de volando, rascando y caminando, propicia que al principio, entre los cuatro y los quince días, corten poco. Pero pasando ese lapso, cada día se irán acostumbrando y reduciendo gradualmente su ejercicio inicial, dando, al cabo de veinte o treinta días o más, un rendimiento y capacidad de corte cada vez mejores.
Todo es cosa de equilibrio entre los factores de tipo y cantidad de ejercicio y lapso de descanso, al que hay que agregar el efecto del viaje.
Este último aspecto, cuenta mucho para la eficiencia del corte "el cansancio" o estrés que al viajar sufre el
gallo por sacarlo de su medio o gallera. Este se traduce en otra forma de relajamiento, que va desde el leve hasta el severo y puede hacer que un
gallo al que lo ejercitaron de más y este un tanto rígido, o apretado, pueda aflojarse y cortar bien.
En contraste con lo anterior, el
gallo que está bien descansado y flexible, puede sufrir con el estrés o cansancio del viaje, un relajamiento "excesivo" y aflojarse al grado de pelear muy flojo.
El almuerzo del día del combate, su consistencia y cantidad, así como la cantidad y tipo de líquidos que se le proporcionen al
gallo el día del combate, puede ser tan variable como variable será el rendimiento de los gallos esa noche.
A todo lo anterior, habría que agregarle otro factor muy variable: el carácter de cada
gallo, pues hay unos muy serenos y seguros de sí mismo, hay otros tímidos y nerviosos. Por lo que no todos responden igual ante el viaje y el cambio de medio ambiente. Hay que observarlos en lo individual y tratar de compensar los efectos negativos que a determinados gallos les provoca el viaje.
Con los viajes, un síntoma clásico del
gallo nervioso o tímido es el soltarse del estómago, expulsando mucha agua en sus deyecciones; esto solo puede ser compensado con el paso de las horas y la reposición de líquidos perdidos, rehidratándolo con tino y en forma proporcional a su pérdida de líquidos o humedad equilibrada, porque cinco o diez c.c. hacen la diferencia entre cortar bien o cortar mal.
Solo los pastores que ajustan sus métodos a cada
gallo pueden hacer que la mayoría de los gallos de una corrida rindan parejo, pues la mayoría inconscientemente tratan de adaptar al
gallo con fórmulas de cuido.